Parece que los grandes cambios no son el mejor camino, al menos en lo
que se refiere a las directrices dietéticas que el Departamento de
Agricultura de EEUU impulsó el año pasado en los comedores escolares de
EEUU. Ahora, un estudio publicado en 'Pediatrics'
propone un nuevo plan, menos restrictivo y más atractivo para conseguir
que los estudiantes adquieran mejores hábitos alimenticios y se consiga
así reducir la tasa de obesidad.
Las medidas que se impusieron y promovieron a través de la campaña 'Let's move'
(liderada por Michelle Obama) consistían, fundamentalmente, en duplicar
la cantidad de verduras, limitar los productos lácteos a los desnatados
y reducir la sal y ciertas grasas.
"Reducía, por ejemplo, la frecuencia
las patatas fritas y ofrecía más cereales integrales.
Desafortunadamente, forzar a los niños a tomar alimentos saludables
puede provocar el efecto contrario e incrementar la resistencia del
menor a ser persuadido", argumenta Andrew Hanks, uno de los autores del
documento.
Existe una posible solución a este problema y está basada en un
principio de la ciencia del comportamiento: 'Paternalismo libertario'.
Es decir, "influir, no restringir". ¿Cómo? Según reza
el estudio, "introduciendo algunas modificaciones en las cafeterías y
los comedores que aumente el atractivo de los alimentos saludables para
animar a los estudiantes y que sean ellos mismos quienes tomen la
decisión más correcta". Por ejemplo, con carteles con mensajes como '¿Te
gustaría probar esta manzana?, con la exposición de fruta fresca en
bonitos fruteros y colocados cerca de la caja registradora, verduras
etiquetadas con nombres descriptivos, ensaladas con muy buena presencia,
zumos de fruta expuestos junto a los helados, fotos tentadoras de los
menús ofertados (incluyendo la fruta), creativos sandwiches de frutas y
verduras, etc.
Son pequeños cambios que promocionan una dieta más
saludable, no implican más de tres horas de preparación y, poco a poco,
van persuadiendo a los estudiantes. Los responsables de este estudio
analizaron los efectos de estas medidas en las cafeterías de dos
institutos de Nueva York. Los resultados de este experimento fueron
positivos, ya que consiguió que el consumo de fruta aumentara un 18% y
el de verdura un 25%.
Aunque el estudio tiene algunas limitaciones, "no hay un grupo
control de estudiantes para comparar", esta experiencia tiene buenas
expectativas. "Ayuda a que los niños mejoren sus hábitos alimenticios
convencidos y sin presión, incluso teniendo al alcance alimentos menos
saludables", asegura Hanks. "Es un método efectivo que no requiere gran
inversión económica" y que quizás podría implantarse en otros espacios
como los hospitales.
Fuente: ElMundo.es
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